El nuevo filme del director mexicano, Sebastián Hofmann resulta inquietante pero fascinante a la vez. Protagonizada por Luis Gerardo Méndez (Pedro), Tiempo Compartido relata las vivencias de una familia de clase media mientras intenta tomar unas vacaciones en Acapulco. El conflicto central nace cuando el hotel junta a Pedro con la familia de Abel (Andrés Almeida) en una misma villa, por lo que ambas familias deben de convivir y pasar el verano juntos a pesar de sus diferencias.
La premisa anterior, elude de primera instancia a la fórmula “Pareja dispareja”, sin embargo, es más profundo, la cinta ganadora al Mejor Guion en el Festival de Cine de Sundance usa la obligatoria convivencia de los personajes como pretexto para contar lo oscuro y turbio de la industria hotelera en nuestro país.
La ambientación en conjunto con la fotografía y música, en todo momento, nos esclarecen que lo visto no se trata de una comedia, a pesar de las situaciones “chistosas”. Nuestro protagonista Pedro vive encerrado en el estrés y la ansiedad, emociones transmitidas al espectador, pues surge el deseo de conocer el verdadero trasfondo de las acciones en pantalla, lo que nos hace vivir una angustia hasta el final de la película.
Tiempo compartido es de esas obras que es mejor ir a ver sin saber nada de ellas, la edición funciona para mantenerte siempre en suspenso, y el excelente trabajo histriónico del elenco nos hace sentir extraños e incómodos.
Quizá el único eslabón negro sea el personaje de Miguel Rodarte (Andrés), a pesar de su gran interpretación la introducción de su papel parece descontextualizada, como si perteneciera a otra película.
No obstante, la historia se mantiene verosímil, con un mensaje final, no tan revelador, pero que sin duda te hará comentarla y analizarla al salir de la sala, eso se agradece en nuestro cine nacional.
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